Reescribiendo la historia (Rewriting history)
(con h minúscula)
Escribe Luis Casado
(...)
La
revista TIME Magazine, que cada año designa por cojones las 100
celebridades del planeta, publica un panegírico de Christine Lagarde,
escrito por Janet Yellen, respectivamente Directora General del FMI y
presidente de la FED, el banco central de los EEUU.
Una
y otra han sido objeto de mis paridas, visto que dan tema. Janet –entre
otros– porque no sabe cuando subir las tasas de interés sin cagarla, o
porque –a la hora de hablar– olvidó hasta eso de “sujeto, verbo
predicado”. Sin embargo, Janet llena de halagos a su homóloga del FMI
del modo siguiente:
“Ninguna
organización es más crucial para la estabilidad de la economía global
que el Fondo Monetario Internacional. Sus decisiones afectan a miles de
millones de personas, de modo que quién encabeza el FMI debe ser un
líder espectacular y eficaz. Christine Lagarde reúne esos altos
estándares.”
Los
últimos tres líderes “espectaculares y eficaces” del FMI fueron, en el
orden, Rodrigo Rato, Dominique Strauss-Kahn y Christine Lagarde. Español
el primero, franceses los otros dos.
Rodrigo Rato
Rodrigo
Rato, 2º vice-presidente y ministro de Economía y Finanzas en los dos
gobiernos de José María Aznar (1996-2003), fue el autor de la burbuja
inmobiliaria que tiene a España de rodillas desde hace más de una
década. Su legado: millones de apartamentos invendidos, una tasa de 25%
de desempleo (50% entre los jóvenes), una deuda pública impagable y un
desorden que dura hasta el día de hoy.
Gracias
a lo cual Rodrigo Rato fue entronizado Director General del FMI para el
período 2004-2009. En el año 2007, Rato declaró: “hay espacio para una
depreciación más importante del dólar americano”.
No
sé si ves la metida de pata. Lo cierto es que Edward Prescott, premio
Nobel de Economía (2004), lo mandó un poquillo a la mierda, afirmando
que quienes veían problemas en la economía del imperio eran unos
ignorantes y unos hijos de la chingada. Prescott completó su diatriba
sugiriendo la eliminación –por chantas e inútiles– del FMI y del Banco
Mundial.
Puede
que lo de Prescott haya influido, la cuestión es que en junio del 2007,
Rodrigo Rato dimitió del FMI. Si haces memoria, eso fue apenas unos
meses antes de que estallara la otra burbuja, la de los créditos
subprime, que –esta vez– puso de rodillas al mundo. Ni Rodrigo Rato ni
el FMI vieron venir el desastre pero lo olieron.
Después
Rato se recicló en el servicio internacional del banco Lazard en
Londres. A principios del 2008 se integró al consejo consultativo
internacional del banco Santander, y en diciembre del 2009 dejó todo por
Caja Madrid, que llegó a presidir. En el 2011 se transformó en
presidente de Bankia.
Hasta
ahí la gloria. Porque en abril del 2015 la justicia española le
encontró algunas yayitas: fraude fiscal, blanqueo de capitales y otras
linduras. Entre ellas, la distribución de “tarjetas black” a los
consejeros del banco y a él mismo, con las cuales pagaban alcoholes,
regalos, restaurantes y gastos menos confesables. Procesado, Rato fue
detenido como un vulgar maleante.
Puede
que lo suyo esté en su ADN: un sonado caso de evasión de divisas, bajo
la cobertura del Banco Siero, llevó a la cárcel a su padre y a su
hermano mayor en 1967. Él mismo y/o su familia estuvieron involucrados
en numerosos fraudes y delitos financieros (Rebecasa, Gescartera,
Muinmo, etc.).
Si no sabes lo que es –según Janet Yellen– un “líder espectacular y eficaz”, ahora lo sabes.
Dominique Strauss-Kahn
El sucesor de Rodrigo Rato en el FMI fue un pájaro similar: Dominique Strauss-Kahn, alias DSK.
Elegido
para el período 2007-2012, tampoco llegaría a terminarlo. Apenas
llegado a Washington estalló el primer escándalo: DSK forzó una
funcionaria –Piroska Nagy, húngara, responsable del Departamento África
del FMI– a ser su amante.
En el curso del sumario interno lanzado por el FMI, Nagy le envió una carta a los investigadores:
“Pienso
que el Sr. Strauss-Kahn abusó de su posición en su modo de llegar hasta
mí. Ya expliqué en detalle cómo me convocó varias veces para hacerme
sugestiones inapropiadas. (…) No sabía qué hacer, tenía la sensación de
perder si aceptaba, y de perder si me negaba. (…) Es un hombre agresivo.
Me temo que este hombre tiene un problema que, tal vez, lo hace poco
apto para dirigir una organización en la que trabajan mujeres”.
Pero el FMI miró para el otro lado y santas pascuas.
Es
oportuno señalar que DSK no sólo tiene “problemas” con las mujeres.
También con las platas ajenas. En los años 1990 se descubrió que la MNEF
(mutual nacional de los estudiantes franceses) usaba las cotizaciones
de sus adherentes para el enriquecimiento personal de dirigentes
socialistas y trotskistas, y la creación de empleos ficticios.
En
el año 1997 la MNEF le pagó 600 mil francos a DSK (una fortuna en esa
época) por una asesoría de negocios. Cuando en el año 1999 el juez le
exigió mostrar el original del informe de asesoría, DSK entregó un
documento falso. La policía científica determinó que el papel en que
estaba impreso aún no se fabricaba cuando, supuestamente, había hecho la
asesoría. En ese momento DSK era ministro de Finanzas y número dos del
gobierno de Lionel Jospin. Huelga decir que tuvo que dimitir, pero, como
suele suceder, la justicia no lo tocó ni con pétalo de un rosa.
Luego,
en enero del 2000 DSK fue inculpado por la conocida jueza Eva Joly en
el marco del mega escándalo ELF. Más tarde, Eva Joly se transformó en
dirigente ecologista. Entonces declaró: “DSK, lo conozco bien, yo fui
que lo inculpé”.
Volviendo
al tema, armado de tales antecedentes DSK fue designado Director
General del FMI, en donde comenzó por acosar a sus colaboradoras. No
contento con ello, se involucró con altos jefes de la policía francesa y
con proxenetas de alto vuelo como Dominique Alderweireld, alias “Dodó
la Salmuera”, con el sano propósito de organizar partouzes donde le nacía la gana. Una de las prostitutas que los polis franceses le llevaron a Washington se hizo una selfie en su sillón de Director General del FMI.
Lo
demás es sabido. La violación de una camarera en el Hotel Sofitel de
Manhattan le valió ser detenido por la policía de New York. Esposado le
llevaron del aeropuerto al NYPD. Casi al mismo tiempo estalló en Francia
el “asunto” del Carlton de la ciudad de Lille: DSK y sus acólitos
fueron inculpados por proxenetismo agravado en banda organizada. Otras
denuncias por violación, o por intento, salieron a la luz pública. Pero
DSK es teflón: nunca fue condenado.
DSK
dimitió del FMI en mayo del 2011. ¿Qué hizo después? Buena pregunta.
Algunas asesorías para el gobierno serbio. Luego se asoció con Thierry
Leyne para crear, en el paraíso fiscal de Luxemburgo, la gestora
financiera LSK, por Leyne, Strauss-Kahn y asociados. Para hacerla breve
te lo resumo: LSK vio desaparecer todo el billete colocado por sus
clientes, Thierry Leyne se suicidó, y DSK está siendo investigado por
estafa y abuso de bienes sociales.
DSK, otro “líder espectacular y eficaz” de los que le gustan a Janet Yellen.
Christine Lagarde
Si
hay algo que puede ser retenido en favor de Lagarde es que no es
economista. Es “abogada y mujer de negocios”. Además estudió el idioma
del business.
Nicolas Sarkozy, que la ungió como la primera ministro de Finanzas de
un país del G7 (2007-2011), solía decir: “Lo único que Christine hace
bien es hablar inglés”.
Lo
digo porque al terminar la presidencia de Nicolas Sarkozy, –y la
gestión ministerial de Lagarde–, la deuda pública francesa se había
incrementado en la estratosférica suma de 600 mil millones de euros.
Desde entonces la Unión Europea exige que Francia reduzca su
endeudamiento y su déficit fiscal, sin lograrlo hasta el día de hoy.
Una
de las hazañas de la ministro Lagarde fue aprobar –en el marco del
“asunto” Adidas– un arbitraje trucho a favor del conocido rufián,
ex-ministro, cantante, hombre de negocios, actor y presentador de
televisión Bernard Tapie, mediante el cual le birlaron 402 millones de
euros al Estado francés. Tal arbitraje fue llevado a cabo contra la
voluntad de la Justicia, pero Nicolas Sarkozy le debía algunos favores a
Bernard Tapie y Christine Lagarde aprobó el dolo.
El brillo de tal curriculum le permitió a Christine Lagarde ser designada Directora General del FMI para el período 2011-2016.
Mientras
fue ministro de Finanzas de la República negó rotundamente que los
bancos franceses estuviesen fallos al caldo y necesitasen una inyección
de dinero fresco. Sin embargo, apenas llegada al FMI declaró muy suelta
de cuerpo que esos mismos bancos requerían una significativa inyección
de capital.
Ya
sentada en el sillón que le dejó DSK, la justicia francesa consideró
inculparla por fraude en favor de Bernard Tapie: al menos uno de los
árbitros designados era en realidad un esbirro del “hombre de negocios”.
Así fue como el domicilio en París de Christine Lagarde, Directora
General del FMI, fue allanado.
Finalmente,
Lagarde fue involucrada en el caso como testigo asistido. La Justicia
gala decidió que Bernard Tapie debía devolver los 402 millones de euros.
El proceso sigue su curso sin que se haya levantado cargos en contra de
Christine Lagarde por eso de: “Selon qu’on est puissant ou misérable…”
Otro
de sus actos de bravura –no hay que exagerar, visto que en economía
Christine Lagarde no es sino el papagayo del pirata– fue contribuir al
hundimiento de Grecia y de buena parte de la economía europea exigiendo
austeridad, austeridad, austeridad.
Hasta
que le dijeron que la estaba cagando y cambiase el discurso. De ahí en
adelante Lagarde comenzó a reclamar “más estímulos fiscales”. No se ha
probado que sepa de lo que se trata.
Todo lo cual le llevó a ser reelegida para un segundo período a la cabeza del FMI (2016-2021).
Lo
que parece normal, visto que Janet Yellen asegura que Christine Lagarde
reúne los altos estándares necesarios: ser “un líder espectacular y
eficaz”.
Para los atorrantes que lo ignoran, Janet Yellen describe el papel del FMI:
“El
FMI le presta a los gobiernos miembros con el objetivo de minimizar los
daños a largo plazo de las crisis financieras y evitar que se ellas
extiendan”.
No
deja de ser sabroso cuando uno sabe que el FMI ha participado
directamente en la gestación de casi todas las crisis, amén de su
agravación. Olivier Blanchard, ex economista jefe del FMI, lo reconoció
públicamente.
Janet Yellen finaliza su aporte a la reescritura de la historia (con h minúscula) afirmando lo inconcebible:
“Christine fue muy importante en el esfuerzo para estabilizar la economía griega y prevenir una crisis mayor en Europa”.
¿Tú sabes qué le dicen los griegos y los europeos a Janet Yellen y a Christine Lagarde?
Merde!